14 de diciembre de 2013

SOJA HASTA EN LA SOPA




Todos los días vemos en los medios de comunicación publicidad de productos derivados de la soja (leche, galletas, alimentos infantiles, etc.). Además y aunque no seamos conscientes de ello, la soja está presente en muchos de los productos que consumimos en nuestro día a día. ¿Quién no visita la panadería o desayuna un tazón de cereales? ¿Quién no se da un capricho el fin de semana y pide una pizza o se come una hamburguesa? Incluso si nos parásemos a leer los ingredientes de muchos alimentos procesados encontraríamos que la soja forma parte de ellos de manera más o menos significativa.
Es posible que mucha gente no conozca las propiedades de esta legumbre típicamente asiática o sus posibles efectos sobre la salud, pero si preguntamos a cualquiera sabrá decirnos alguna cualidad de este controvertido vegetal  que tan de moda se ha puesto últimamente en el sector de la alimentación.
Cuando disfrutamos de una onza de ese chocolate que tanto nos gusta o desayunamos una tostada de pan de molde recién hecha, es más que probable que estemos incorporando soja a nuestro organismo y con ella, uno de sus componentes más importantes, las isoflavonas. Son sustancias que las plantas, entre ellas la soja, producen en situación de estrés; por ejemplo, cuando el ambiente es adverso o el sustrato es pobre en nutrientes. Son desde luego sustancias exógenas, es decir, no son propias de nuestro organismo.
 ¿Y qué problema hay?
¿Por qué está la soja últimamente tan en boga? ¿Por qué hay tantos foros en internet que hablan sobre sus efectos positivos y negativos sobre el organismo? La divulgación de posibles efectos adversos derivados del consumo de soja, incluyendo la feminización y la infertilidad, ha hecho que algunos hombres eviten estos alimentos.  ¿Es necesario llegar a estos extremos? ¿Qué dicen los estudios?
En humanos las isoflavonas tienen una actividad similar a la de los estrógenos, las hormonas sexuales femeninas por excelencia. Estas hormonas están presentes tanto en mujeres como en hombres, aunque en menor proporción en éstos. Gracias a esta similitud, se unen a sus receptores hormonales en nuestro organismo, aunque con una afinidad menor, impidiendo que las hormonas auténticas puedan ejercer correctamente su función. En este sentido, las isoflavonas (también conocidas como fitoestrógenos) podrían alterar el equilibrio hormonal comprometiendo el correcto desarrollo de la función reproductora.
Al hilo de estos conceptos básicos se nos plantea la siguiente cuestión: ¿Afecta realmente una dieta rica en soja al balance hormonal masculino? Y más aún: la población asiática, cuya dieta habitualmente incluye grandes cantidades de esta legumbre, ¿tendrá más problemas reproductivos?
Hemos encontrado en la red evidencias de que la asimilación de isoflavonas por el organismo depende de diversos factores, entre ellos la variedad de la soja y el grado de procesamiento de la misma. Además, se ha probado que existe una gran variabilidad individual en la capacidad de metabolizar la soja. Esta variabilidad está relacionada con la presencia en el intestino de las bacterias capaces de producir el enzima necesario para transformar la genisteína (una de las isoflavonas predominantes en la soja) en su derivado biológicamente más activo. En la población occidental, en la que la soja ha comenzado a consumirse más recientemente, sólo un 25-35% de los individuos poseen estas bacterias en su organismo. La proporción es notablemente mayor en la población asiática, donde la soja lleva formando parte de la alimentación desde tiempos ancestrales.
¿Afecta la soja a la fertilidad masculina?
Lo primero que hacemos para tratar de responder a esta pregunta  es introducir en nuestro buscador de internet dos palabras: soja y semen.
A partir de ahí, se nos muestra un mundo de contradicciones. Encontramos  una noticia de la BBC, otra del periódico 20 minutos y un artículo de la revista Men´s Health. Todas ellas citan un artículo de la revista científica Human Reproduction acerca de este tema. En él, Chavarro y colaboradores publicaron un estudio realizado con 99 pacientes que acudieron a una clínica de fertilidad y a los que se les preguntaba sobre sus hábitos alimenticios en relación a la soja. Lo que encontraron fue una disminución de la concentración de espermatozoides, relacionada  con la ingesta de soja. Además, aseguran que esta asociación es más fuerte en hombres con sobrepeso u obesidad.
Continuamos la navegación y encontramos una noticia del periódico The Guardian, donde se cuestiona la trascendencia de este artículo. Se preguntan (al igual que nosotras), si además de la soja no sería necesario investigar otros hábitos alimenticios o si el sobrepeso de por sí podría ser el causante de la baja concentración de espermatozoides en estos pacientes. Para apoyar su hipótesis, se refieren a estudios anteriores en el mismo sentido y cuyos resultados no concuerdan con los reportados por Human Reproduction.
Ya que, como bien hemos visto, la simple búsqueda en la web no nos aclara nuestras dudas, el siguiente paso que se nos ocurre dar es revisar las publicaciones científicas que Internet pone a nuestro alcance. Encontramos de esta forma varios artículos interesantes, la mayoría publicados en fechas anteriores al controvertido artículo de Human Reproduction y sólo uno publicado con posterioridad por Beaton y colaboradores, en 2010. Nos asombra comprobar que en ninguno de ellos se informa de efectos negativos del consumo de soja en la calidad del semen y, no sólo eso, sino que en algunos casos los investigadores encuentran efectos positivos.
Encontramos el llamativo caso publicado en 2008 (Martínez y Lewis) en el que se informa de un paciente de 60 años con ginecomastia y niveles extremadamente elevados de estrógenos. La ginecomastia consiste  en el crecimiento patológico de las mamas en el hombre. El paciente decía consumir casi 3 litros de leche de soja al día, lo cual le proporcionaba dosis muy altas y desde luego superiores al consumo medio asiático de soja y sus derivados. En este caso, se concluyó que los efectos patológicos fueron producidos por  la extremadamente elevada dosis de isoflavonas consumidas, que habría aumentado los niveles de estrógenos provocando un desequilibrio en el balance estrógenos/testosterona.
Dejando de lado este caso extremo, y volviendo a las publicaciones científicas,  hemos revisado nueve estudios que evaluaron los efectos de los alimentos derivados de la soja sobre los niveles de estrógenos en hombres. Sólo dos de ellos mostraron cambios significativos en dichos niveles tras la exposición a isoflavonas;  no obstante, en ambos estos niveles aunque aumentados se encontraban dentro del rango de normalidad. Uno de los estudios demostró lo contrario y los seis restantes no encontraron influencia significativa del consumo de soja en el equilibrio hormonal masculino.
Por último, destacaremos que uno de los artículos másactuales sobre el tema revisa gran parte de las publicaciones anteriores cuestionando el buen diseño de los mismos y concluye de forma resolutiva que ninguno de los componentes de la soja puestos en estudio afecta significativamente a los niveles hormonales masculinos.
¿Qué pensar de la soja, entonces?
Pues bien, la conclusión principal que extraemos de nuestras pesquisas es que el consumo de soja dentro de una dieta equilibrada no parece acarrear efectos negativos sobre la fertilidad masculina. Pero, como bien dijo el alquimista suizo Teofrasto Paracelso allá por el siglo XVI, “la dosis hace el veneno”.





Bibliografía
  • Julie H. Mitchell, Elizabeth Cawood, David Kinniburgh, Anne Provan, Andrew R. Collins and D. Stewart Irvine. Effect of a phytoestrogen food supplement on reproductive health in normal males. Clinical Science (2001) 100, 613–618 
  • Song G, Kochman L, Andolina E, Herko RC, Brewer KJ, Lewis V. O-115: beneficial effects of dietary intake of plant phytoestrogens on semen parameters and sperm DNA integrity in infertile men. Fertil Steril 2006;86:S49
  • Jorge E. Chavarro, Thomas L. Toth, Sonita M. Sadio and Russ Hauser. Soy food and isoflavone intake in relation to semen quality parameters among men from an infertility clinic. Human Reproduction Vol.23, No.11 pp. 2584–2590, 2008
  • Mark Messina. Soybean isoflavone exposure does not have feminizing effects on men: a critical examination of the clinical evidence. Fertility and Sterility, Vol. 93, No. 7, May 1, 2010
  • Jill M. Hamilton-Reeves, Gabriela Vazquez, Sue J. Duval, William R. Phipps, Mindy S. Kurzer and Mark J. Messina. Clinical studies show no effects of soy protein or isoflavones on reproductive hormones in men: results of a meta-analysis. Fertility and Sterility, Vol. 94, No. 3, August 2010
  • Laura K. Beaton,  Brianne L. McVeigh,  Barbara L. Dillingham, Johanna W. Lampe,  and Alison M. Duncan . Soy protein isolates of varying isoflavone content do not adversely affect semen quality in healthy young men. Fertility and Sterility, Vol. 94, No. 5, October 2010
  • Christopher Robin Cederroth , Céline Zimmermann , Serge Nef. Soy, phytoestrogens and their impact on reproductive health. Molecular and Cellular Endocrinology 355 (2012) 192–200

Ainhoa Gómez Abaurrea
Elvira Menéndez González
Alea Pastor Ruiz

3 comentarios:

  1. Muy bien, como artículo de divulgación os ha quedado bastante logrado. Habría algunas expresiones que se podrían cambiar a un formato más sencillo, y hay algunas frases un poco largas (con muchas subordinadas, complementos, etc.). Podéis revisarlo a ver qué os parece, no es muy frecuente.
    Veo que recurrís a publicaciones no científicas que a su vez citan publicaciones científicas, aunque luego vayáis a las fuentes primarias. El que sea de divulgación no quiere decir que no podáis hablar directamente de esas publicaciones científicas. Es más, sería recomendable, ya que generalmente el mensaje se distorsiona y se exagera. Es otro comentario menor, por si queréis cambiarlo en la revisión. Lo que podríais hacer es añadir los enlaces a los artículos cuando habléis sobre ellos (hay un botón con el dibujo de un candado). De esta manera, no os hace falta incluir citas (que pueden despistar en un artículo divulgativo), pero el lector que esté interesado puede pinchar e ir directamente a la fuente original.

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    1. Después de revisarlo, hemos acortado frases y añadido enlaces. El problema es que algunos de los artículos no son de descarga gratuita y sólo hemos podido añadir el resumen de pubmed.

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  2. No pasa nada, el enlace a Pubmed es suficiente. Buen trabajo.

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