Elena Mesa Provecho, Laura Ordóñez Cuerva, Sara Puerta Nieto
Introducción
A nivel
mundial, aproximadamente el 15% de las parejas en edad reproductiva tienen
problemas para lograr el embarazo. Se estima que un 35% de los casos de
infertilidad son debidos al factor femenino, un 30% al factor masculino, en un
20% hay implicación de ambas partes y en un 15% las causas son desconocidas (1,2).
A pesar de que estos problemas se producen a nivel mundial, se ven más acusados
en determinadas regiones del mundo, específicamente en los países desarrollados
e industrializados. Esto se podría explicar, en parte, por factores ambientales
y del estilo de vida (2).
Existen
determinados factores ambientales que afectan significativamente a la
fertilidad masculina; entre ellos, el tabaco y cannabis, consumo excesivo de
alcohol, estrés, exposiciones prolongadas a altas temperaturas, etc. (1). La
dieta es uno de estos factores modificables que puede tener un gran impacto en
la fertilidad masculina, ya que hay determinados alimentos que pueden tener un
efecto beneficioso o deletéreo en la calidad seminal (2,3). Una buena
adherencia a un estilo de vida saludable y un aporte de nutrientes adecuado se
correlaciona con una mejor calidad espermática y mejores parámetros seminales, como
el recuento de espermatozoides, la concentración y la motilidad, y una menor
fragmentación del ADN (4).
Los
espermatozoides tienen una capacidad antioxidante limitada, lo que hace que
sean muy sensibles a los efectos perjudiciales del estrés oxidativo. Esto es
consecuencia del alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados que presentan
en sus membranas celulares (5,4). El estrés oxidativo es, por tanto, uno de los
principales factores que conducen a una disminución de la calidad seminal y un
aumento del riesgo de infertilidad (está implicado en un 30-80% de los casos de
infertilidad masculina) (1), dado que genera daños en el ADN espermático y
peroxidación de los lípidos de membrana (4). El sistema antioxidante que
protege al espermatozoide de los radicales libres está formado por complejos
enzimáticos y otras moléculas, entre las que se incluyen la vitamina A, C, E,
B, coenzima Q10, L-carnitina, glutatión y micronutrientes como zinc, selenio
y cobre (4).
Tanto el
consumo de productos pro-inflamatorios como un bajo consumo de alimentos
potencialmente antioxidantes pueden causar un incremento del estrés oxidativo
(1). Se ha visto que la suplementación adecuada con determinados antioxidantes
puede ser efectiva para prevenir y tratar problemas de infertilidad en el
hombre. Se ha demostrado que la mejora en las tasas de embarazo tras una
terapia con antioxidantes varía entre un 11% y un 41% (4).
Hay determinadas características de la dieta que afectan negativamente a la calidad seminal y, por tanto, a la fertilidad. Gran parte de los componentes necesarios para una correcta espermatogénesis y maduración espermática se obtienen mediante la alimentación, por lo que es esencial que exista un aporte correcto y suficiente de estos elementos (1). Entre estos elementos de interés encontramos micronutrientes, vitaminas y ácidos grasos.
Micronutrientes
El zinc es
un micronutriente esencial para la adecuada producción de espermatozoides,
aumenta la concentración espermática, motilidad, viabilidad y, como ya se ha comentado
previamente, presenta capacidad antioxidante (1).
El Selenio,
al igual que el zinc, incrementa la capacidad antioxidante enzimática y también
se relaciona con la motilidad y la viabilidad espermática. Tanto el exceso como
la deficiencia de selenio puede provocar parámetros espermáticos anormales y,
como consecuencia, trastornos de la fertilidad (1).
Otros
minerales como el magnesio, calcio y cobre también son necesarios para una
correcta espermatogénesis, por lo que un desajuste en el aporte de estos
afectará al correcto desarrollo del proceso y, consecuentemente, a la
fertilidad (1).
Vitaminas
Además de
la capacidad antioxidante de las vitaminas, se ha observado que estas pueden
afectar a diversos parámetros. En el caso de la vitamina C, se ha observado que
tiene una asociación positiva entre su consumo y el volumen seminal además del
recuento total de espermatozoides móviles (4).
Por otro
lado, la vitamina D se puede considerar como un regulador de la función
reproductiva; se ha observado que la presencia de receptores de la vitamina D
y/o enzimas que la metabolizan pueden ser utilizados como biomarcadores para la
predicción de una buena calidad seminal (4).
Ácidos
grasos
Los ácidos
grasos son componentes estructurales de las membranas celulares y contribuyen a
mantener su fluidez y permeabilidad (6). En el caso de los espermatozoides,
además, tiene una función vital en cuanto a su papel en la fusión con la membrana
del ovocito y, por tanto, un efecto directo sobre la fertilidad. El consumo excesivo de grasas saturadas y
trans conducen a su acumulación en las células testiculares, afectando a la
composición lipídica de las membranas plasmáticas y al proceso de
espermatogénesis (4,7). Sin embargo, se ha visto que los ácidos grasos
poliinsaturados pueden tener un efecto positivo sobre el recuento total de
espermatozoides, la concentración y la morfología de estos. Por otro lado, resulta igual de importante que haya una
correcta relación entre los ácidos grasos poliinsaturados omega-6, como el ARA
(ácido araquidónico), y los omega-3, como el EPA (ácido eicosapentaenoico). Se
estima que, para producir un efecto óptimo en la salud, debemos tener un
equilibrio aproximado 5:1 (ARA: EPA);
sin embargo, en la población occidental este balance omega-6/omega-3 ha
llegado a alcanzar la preocupante cifra de 25:1 (8). Ante esto, nos encontramos
en una situación metabólica proinflamatoria obvia, que está favoreciendo la
aparición de diversas patologías.
En el caso de la fertilidad, se ha observado que este desequilibrio afecta negativamente al provocar inflamación leve, estrés oxidativo, disfunción del endotelio y aterosclerosis (1).
Existe una correlación inversa entre el consumo de carne roja y el recuento total de espermatozoides (4). Las carnes rojas son ricas en ácidos grasos saturados y ácidos grasos insaturados de la serie omega-6, por lo que un incremento en la dieta de estos alimentos puede suponer un desequilibrio de la relación omega-6/omega-3 ya comentada. Por otro lado, el consumo de pescado, rico en ácidos grasos poliinsaturados omega 3, está relacionado con un mayor recuento espermático y con un porcentaje adecuado de formas normales.Figura 1. Factores relacionados con la
nutrición que tienen un efecto beneficioso sobre la fertilidad masculina (4).
Dieta
mediterránea vs Dieta occidental
No todas las dietas tienen la misma riqueza en cuanto a los nutrientes ya mencionados; en concreto, la dieta mediterránea está considerada uno de los patrones dietéticos más saludables, y está caracterizada por un alto consumo de aceite de oliva, frutas, vegetales, frutos secos, legumbres y cereales integrales, un consumo moderado de pescado, carne de ave y vino, y un bajo consumo de lácteos, carnes rojas, carnes procesadas y dulces (2). Se ha demostrado que la dieta mediterránea tiene efectos beneficiosos en varios procesos metabólicos como la inflamación, el estrés oxidativo o la resistencia a la insulina (9), todos ellos relacionados con la función espermática, de manera que tener una buena adherencia a este tipo de dieta puede mejorar los parámetros de calidad seminal (2). Sin embargo, la dieta occidental, caracterizada principalmente por ser una dieta hipercalórica, con un elevado consumo de proteínas de origen animal, grasas trans y saturadas e hidratos de carbono simples, así como una baja ingesta de fibra y ácidos grados esenciales, se relaciona con un deterioro en la calidad del semen (1). Se ha observado que hombres con una baja adherencia a la dieta mediterránea tienen casi 3 veces mayor probabilidad de tener estos parámetros alterados en comparación con hombres que siguen una dieta de tipo mediterránea (4).
Figura 2. Mediana de los parámetros de
motilidad total y progresiva según la adherencia a la dieta mediterránea (2).
Índice de
masa corporal
Por
último, cabe destacar que existe una asociación negativa entre el incremento de
la masa corporal y la calidad seminal, que se refleja en el descenso de los
valores espermáticos medios y en el incremento de la frecuencia de
anormalidades espermáticas (5). Sin embargo, tener un IMC (índice de masa
corporal) asociado con el infrapeso también tiene un impacto negativo en la
calidad seminal. Los parámetros más frecuentemente afectados por el IMC son la
concentración espermática y el recuento total de espermatozoides, seguido del
volumen seminal, la motilidad y la integridad de la membrana plasmática (10).
Por lo tanto, la oligozoospermia es la anormalidad espermática más frecuente
asociada a valores altos de IMC (5).
Figura 3. Frecuencia de pacientes con
normozoospermia o oligoastenoteratozoospermia entre los pacientes agrupados
según categorías de índice de masa corporal (5).
Además, las personas con obesidad generalmente tienen alteraciones en el eje hipotálamo-pituitario-gonadal, y la actividad de la aromatasa se ve incrementada. Esta enzima convierte la testosterona en estrógenos, lo que afecta en última instancia a una correcta espermatogénesis (1). Por otro lado, la infertilidad en hombres con un elevado IMC también se puede relacionar con la insensibilidad a la leptina (11), que contribuye a la reducción de la producción de testosterona en las células de Leydig y modifica la función de las células de Sertoli (4).
CONCLUSIÓN
Actualmente,
en las clínicas de reproducción se tiende a acudir a tratamientos altamente
complejos, con un gran coste económico y posibles efectos adversos para mejorar
la fertilidad. Sin embargo, es de vital importancia hacer un buen asesoramiento
sobre buenos hábitos de vida que puedan incrementar las tasas de éxito. Como se
puede ver en esta revisión, la alimentación ejerce un efecto evidente sobre la
calidad seminal, y un adecuado control nutricional podría ser importante en el
tratamiento de la infertilidad masculina asociada a parámetros espermáticos anormales).
Se ha observado que hombres con una baja adherencia a la dieta mediterránea
tienen casi 3 veces mayor probabilidad de tener estos parámetros alterados en
comparación con hombres que siguen una dieta de tipo mediterránea (4).
BIBLIOGRAFÍA
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Mediterranean diet is positively associated with sperm motility: A cross-sectional
analysis. Scientific Reports, 9(1). https://doi.org/10.1038/s41598-019-39826-7
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1162. https://doi.org/10.3390/nu10091162
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Muy interesante. Tenéis zinc capitalizado, sería en minúscula. Si podéis encontrar las figuras en un tamaño mayor, sería más conveniente, la 1 no se puede leer.
ResponderEliminarMuchas gracias por las correcciones Felipe, creo que hemos conseguido corregir la resolución de la primera imagen y ya se puede leer. Un saludo.
ResponderEliminarEstupendo. He visto que si se inserta la imagen explícitamente, a través del menú, se ve mejor y se puede abrir a mayor tamaño. Buen trabajo.
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