10 de enero de 2018

La fertilidad en la era del plástico

Cada año se producen en el mundo 320 millones de toneladas de plástico. Es una de las materias primas más utilizadas y puede encontrarse en una amplia gama de objetos cotidianos. Pero, ¿se sabe realmente qué contiene este material? Detrás del plástico se esconden hasta 600 aditivos que pueden ser peligrosos para la salud. Entre ellos se encuentra el polémico bisfenol A o BPA presente en el recubrimiento de latas de conserva, barnices, materiales ortopédicos, tintes o, hasta hace poco, productos destinados a los más pequeños, como juguetes o biberones. Aún así, cabe destacar que el BPA no se encuentra presente en todos los plásticos. Existe una clasificación denominada Código de Identificación de las Resinas que describe el tipo de resina de plástico utilizada para cada producto. Los plásticos más tóxicos corresponden a los grupos 3, 6 y 7, incorporando en este último grupo los productos que contienen BPA.




Este compuesto está reconocido como un potente disruptor endocrino capaz de alterar la función normal de los sistemas reproductor, endocrino, inmune y neurológico, entre otros. Para comprender los efectos del BPA sobre la salud, es necesario aclarar una serie de conceptos básicos:

  • En líneas generales, un disruptor endocrino es una sustancia capaz de imitar la función fisiológica de una hormona en el cuerpo humano. Esto puede alterar el correcto funcionamiento del sistema endocrino, que es el encargado de mantener la regulación química del organismo, el desarrollo corporal y la capacidad reproductiva.

  • Estas sustancias se pueden clasificar en dos grandes grupos. Por una parte, se pueden encontrar disruptores endocrinos de origen natural, como fitoestrógenos (hormonas de origen vegetal). Por otro lado, también una gran cantidad de ellos son producidos artificialmente, como el BPA, utilizado en la industria química como plastificante.


¿Cómo afectan los disruptores endocrinos a nuestra salud?


Los disruptores endocrinos pueden causar problemas de salud, principalmente mediante dos vías:
  • Bloqueando la acción de las hormonas, no dejando que se produzca la unión con su receptor.
  • Actuando como si fuera la propia hormona, uniéndose al receptor y generando una respuesta indebida.





Acción del bisfenol A sobre la fertilidad masculina


En concreto, el BPA es un disruptor endocrino que actúa sobre los receptores de estrógenos, hormonas con un papel crucial en la función reproductiva, tanto masculina como femenina. Sin embargo, este artículo se centra en sus efectos sobre el factor masculino.

Uno de los efectos negativos que provoca este disruptor es a nivel de la información genética, que está contenida en el ADN de las células de nuestro organismo. Se ha demostrado en un estudio realizado en ratas macho que la exposición a BPA implica cambios en el ADN. Estas mutaciones imposibilitan el correcto desarrollo del embrión. Este hecho fue descrito en un estudio realizado en 2013 por Tiwari y colaboradores. En él, se utilizaron machos expuestos a BPA para procrear, y se observó un incremento en la tasa de abortos. Estas pérdidas fueron relacionadas con las mutaciones acumuladas en el material genético de los espermatozoides.

Otra de la consecuencias derivadas de la exposición a BPA, es una menor producción de espermatozoides y un descenso de la calidad seminal. Un grupo de investigadores realizó un estudio de 2004 a 2008 entre los trabajadores de fábricas de resina epoxi y BPA en China. Se encontró que los hombres que presentaban mayor nivel de BPA en la orina, tenían de dos a cuatro veces más riesgo de presentar baja calidad seminal. El esperma de estos trabajadores presentaba una baja concentración, baja vitalidad y reducida motilidad espermática.  

Este disruptor no solo provoca fallos debido a mutaciones en el ADN, sino que también es capaz de alterar la epigenética. La epigenética se entiende como un conjunto de marcas que se encuentran en el ADN y que, sin provocar cambios en la información genética, son capaces de alterar su expresión. Para facilitar la comprensión de este término se puede hacer el siguiente símil: la diferencia entre escribir y leer un libro. Una vez que el libro ha sido escrito, el texto (la información genética), será el mismo para todos los lectores. No obstante, la interpretación variará ligeramente según el lector dependiendo de sus emociones, interpretaciones, etc. Estás diferencias más sutiles equivaldrían a los cambios epigenéticos.

Como se ha demostrado en estudios realizados en ratones, las modificaciones epigenéticas pueden provocar enfermedades en el propio individuo, en el caso de que sus células estén afectadas, o bien, a su descendencia, en caso de que la alteración se produzca en los espermatozoides. Estos cambios afectan al desarrollo de órganos reproductores masculinos, la producción de espermatozoides y al comportamiento sexual.

Para la correcta formación de los espermatozoides es muy importante que exista un equilibrio adecuado entre sustancias oxidantes y antioxidantes. Dicho equilibrio se puede ver alterado por la acción del bisfenol A. Se ha comprobado en esturiones que este desequilibrio favorece a que exista una mayor oxidación, en consecuencia, disminuyen los valores de calidad, motilidad y velocidad de los espermatozoides.


Situación actual y prevención


La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas ha incorporado el BPA dentro de la lista de “sustancias altamente preocupantes” de forma unánime, en relación a los problemas de salud pública que puede acarrear. En la reunión que tuvo lugar en la capital finlandesa en junio de 2017, se equiparó el nivel de alerta de este compuesto al que se refiere a los efectos cancerígenos, mutagénicos y tóxicos para la reproducción.

Desde que empezaron a conocerse los efectos nocivos del BPA, han sido muchas las empresas multinacionales que han abandonado su uso en la fabricación de sus productos, como Toys-R-US, Abbott, Heinz o Wal-Mart. Al tratarse de un problema de salud pública global, es necesario que no solo las entidades privadas reduzcan su uso, sino que también se tomen medidas desde los gobiernos. Países como Canadá y algunos estados de los Estados Unidos ya han prohibido el empleo de bisfenol A.  Europa también se ha sumado a estas políticas de protección de salud y medioambiente. Concretamente, en España, la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas asegura que “el plástico utilizado en la fabricación de las botellas de agua mineral en España es exclusivamente de un material que no contiene bisfenol A”.

Además de las medidas comentadas anteriormente, de forma individual se debe intentar disminuir el contacto con productos que contengan BPA. Para minimizar la exposición al bisfenol A, desde la Universidad de Alicante recomiendan evitar el consumo de alimentos y bebidas envasados en plásticos: “un primer paso es volver a utilizar los envases de cristal y no incluir en nuestra dieta comida precocinada que directamente, con el envase, se calienta en el microondas”. 

Sin embargo, una reciente evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), indica que el nivel de exposición al BPA al que está sometida la población es seguro para todos los consumidores, independientemente de su edad. Para realizar esta afirmación dicha autoridad se ha basado en que los niveles de exposición al BPA son entre 3 y 5 veces inferiores a lo tolerable.

También se ha observado que, a medida que se evita la exposición a este compuesto, se produce un descenso de los niveles de este disruptor en el organismo.

En conclusión, a día de hoy, las medidas preventivas continúan siendo el mejor enfoque para combatir este problema. No obstante, es necesaria la búsqueda de fuentes alternativas a este compuesto y que su uso sea sustituido progresivamente en la industria.




Bibliografía


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Recursos webs


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4 comentarios:

  1. Los mismos comentarios que para el otro artículo (contextualización, etc.). Además, sería interesante indicar que el BPA no se utiliza en la producción de todo tipo de plásticos, sino en los marcados con el código 7 (una especie de miscelánea). Veo que en este artículo este tema lo habéis desarrollado más detalladamente hacia el final (de hecho, citáis la reciente reclasificación del BPA). Sería recomendable contextualizar de igual manera el otro.

    "hasta hace poco, en productos destinados a los más pequeños, como juguetes o biberones." Imagino que os referís al BPA, ya que los plásticos se siguen usando en estos productos.

    Indicad las especies en las que se realizan los estudios, si son ratones, ratas, etc.

    Sobre el párrafo final, si consideráis la declaración de la EFSA, convendría reescribirlo. Decir que "la exposición a BPA supone un problema que afecta a la población en su totalidad" parece excesivamente alarmista. Se trata de un problema potencial tomado en el contexto de exposición a múltiples contaminantes en dosis bajas.

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  2. Buenas Felipe, hemos añadido la clasificación del plástico incluyendo al BPA en el grupo 7, así como los animales en los que se han realizado los estudios. También hemos añadido otras modificaciones que nos han parecido oportunas.

    Coméntanos si es necesaria hacer alguna otra modificación.

    Muchas gracias.

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    1. Muy bien. Simplemente, tal vez deberíais añadir que los niveles de exposición al BPA se consideran seguros. En un artículo divulgativo es aún más importante.

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    2. Buenas Felipe, ya hemos incluido la última modificación. Muchas gracias por las correcciones.

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